El transporte en Milán es
carísimo. Un bono de 10 viajes cuesta 13 euros y pico... por lo que no se paga
y au. O eso es lo que he deducido por el método de mimetizarse con los
nacionales.
Yo,
ingenua de mí, voy el primer día a coger un tranvía y tico (aquí se tica dentro
del tranvía, no en la parada). La ingenuidad me duró esa ida y la vuelta, desde
entonces, me he unido a las filas de los sin ley, que estamos en crisis (mi
concepto de crisis abarca mucho, no me culpéis). Aquí los únicos que pagan (que
yo haya visto) son los que tenemos cara de ser de fuera y los señores/señoras
de cierta edad o los que parecen respetables. El resto de gente se sube a los
tranvías y buses por cualquiera de sus puertas y se baja con la misma
tranquilidad, así que creo que los revisores no son algo común en estas
tierras... El único límite, y debe de ser el único lugar donde el gobierno
recauda algo, es el metro, que tiene barreras que cantan un poco si las saltas.
¡Ya me siento un poco más
integrada!
Actualización: Vale, he visto un revisor.
Esperan en la parada y piden billetes a los que bajan. Solución: baja por la
puerta de atrás y sal andando despreocupadamente en la dirección contraria.
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