¡Cómo echaba de menos a los locos! Es que en Valencia la gente es demasiado normal. Ayer yendo sola en el bus se me sentaron alrededor una panda de 6 ó 7 tíos con muchas ganas de juerga. Nos hicimos amiguísimos, tanto que uno me preguntaba si Catalonia y España eran cosas diferentes (y el tío era canadiense) y cuando se bajaron, corrían al lado de la ventanilla del bus diciendo adiós...
Luego, en el restaurante que fuimos, era más tipo pub-disco y los camareros no iban uniformados y de repente se nos planta uno, mete la cabeza encima de la mesa y dice Hola, ¿qué tal?... Y como ni llevaba libreta ni nada, tuvo que vernos las caras que dijo "Que vengo a tomaros nota ¿eh? Que yo trabajo aquí"
Y para acabar la noche, en el bus nocturno (llenito de borrachos) en una parada el conductor paró el motor y se bajó. No sé ni para qué, pero estuvimos como 10 minutos parados, con las puertas cerradas y la ventilación parada y con los borrachos queriendo salir del bus para coger taxis. Supongo que al hombre le daría un apretón, ¡pero podía haber avisado!
¡Ah! La noche londinense, con sus borrachos, sus inglesas vestidas (o medio vestidas) para salir, los taxistas ilegales...
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